
SISTEMA CONSCIENTE PARA LA TÉCNICA DEL MOVIMIENTO
El trabajo que desarrollo es una técnica que se llama Sistema Consciente para la Técnica del Movimiento desarrollada por la Sra. Fedora Aberastury [pianista y pedagoga chileno-argentina]. El objetivo de este trabajo es el despertar del potencial humano. Voy a intentar transmitirles una experiencia de trabajo que nació de la observación y la práctica. Con esto quiero resaltar que todo lo que pueda contarles hoy acá y todo lo que podamos compartir y reflexionar, no va a tener su real dimensión, a la que llegamos únicamente con el pasaje a través de la experiencia.
Fedora decía: "El Sistema Consciente para la Técnica del Movimiento no es específicamente una técnica para cantantes, instrumentistas, bailarines, actores... no. Mi intento es encontrar una técnica para que el ser humano, único protagonista sobre la tierra que conoce todas las gamas de la emoción, pueda encontrar los caminos que le permitan trascender, transformándose en un intérprete de sí mismo".
El fundamento de esta técnica se basa en el principio de unidad físico-psíquica-emocional. Cuando no podemos estar en unidad armónica con nuestra persona, hacemos, decimos o nos suceden cosas que nos perjudican. Las defensas bajan y nuestro territorio va a estar propicio para ser atacado por cualquier circunstancia externa.
Es así como, fuera de una consciencia de unidad, al cuerpo lo llevamos o lo traemos como a un objeto. A veces lo usamos placenteramente, otras veces lo sobrecargamos, lo desvalorizamos, no le prestamos atención, lo escuchamos sólo cuando nos grita en el dolor. No usamos favorablemente esa unidad que somos.
Fedora observó y experimentó en su propio cuerpo como un laboratorio, esos recorridos, esas ligaduras internas que podían resultar en conexiones o desconexiones. Esto nada tiene que ver con la actividad que uno realice, sino cómo la realiza, desde que lugar, con que amplitud o limitación de la consciencia.
Los ejes de trabajo del Sistema son: las articulaciones, el sistema de correlaciones y los centros de energía.
Fedora descubrió en su profunda y meticulosa observación del movimiento la función importantísima que cumplen las articulaciones y el poder que tienen. Si pensamos en ellas vemos que son espacios que permiten un pasaje de energía que liga, comunica, una parte con otra y que permiten una riqueza expresiva muy amplia, junto con ser canales de pasaje y descarga. Al no estar activadas por la presencia de la persona, se usan cada vez más superficialmente y ese pasaje profundo se va cerrando, ensuciando, hasta ser verdaderos obturadores del pasaje energético-emocional. Con el trabajo lo que hacemos es recobrar esta función inicial de las articulaciones, pasando por estas zonas profundas.
Al recuperar movilidad, las articulaciones son facilitadoras de la comunicación. Cuando trabamos este pasaje energético en cualquier parte del cuerpo, se produce un fraccionamiento, es ahí donde se producen sobre cargas en zonas que no fueron hechas para ser almacenadoras, sino zonas de pasaje. Por ejemplo la columna vertebral, que debe cumplir la función de erguirnos, no de sostenernos, al encajarnos en ella no permitimos que esté libre, flexible para proteger la función que cumple la médula en su comunicación con todo el organismo.
Fedora recorrió cada articulación, comenzando por las más chiquitas y olvidadas y empezó por las manos por ser lo más cercano, familiar y por su propia práctica del piano. Esta técnica es la única que pone a las manos en un lugar tan relevante. Es así como las manos son el lugar de pasaje permanente de todos nuestros ejercicios.
Las manos en nuestro trabajo son como en otras disciplinas los pies, mapas del cuerpo. Sólo que en las manos tenemos una gama mucho más amplia y rica de movimientos para explorar y son la herramienta de nuestro hacer permanente. Son mapas que en la experimentación nos conducen al territorio vivo.
Movilizando cada articulación desde el interior de la misma, ubicando nuestra presencia-consciencia en ese lugar y dando una orden precisa y continua; sosteniendo la consigna del movimiento, en plegado, desplegado, proyección o movimiento circular, descubrió que cuanto más profundo era el movimiento, ese pensamiento acción, cargado de presencia, movilizaba a toda la energía corporal en forma más potente y perceptible.
Junto con esto aparecían con más claridad respuestas en otras zonas del cuerpo. Empezaban a despertar zonas, no importaba la cercanía, sino que lo que coincidían era en sus formas o sus funciones similares. Así es como se fue diseñando naturalmente todo un sistema de correlaciones, segundo eje de esta disciplina. Es así como trabajamos con la mano como mapa del cuerpo, para darles un ejemplo: la primera, segunda y tercera articulación de los dedos, empezando de adentro hacia fuera, se corresponden en los brazos con las articulaciones de los hombros, codos y muñecas y en las piernas con las de cadera, rodillas y tobillos.
Este sistema de correlaciones nos demuestra que el cuerpo funciona en absoluta interrelación. Esto también fue despertando (tercer eje) zonas que al activar la conciencia aparecieron muy potentes: los centros de energía.
Lo interesante en este proceso es que Fedora no partió de preconceptos, ya que estos se trabajan en otras disciplinas orientales. Esto se convirtió en una estupenda corroboración del camino correcto, porque era el cuerpo el que hablaba y coincidía con disciplinas antiguas.
En aquellos lugares donde hay mayor concentración de fibras nerviosas, es que fueron apareciendo los centros de energía. En la medida que activamos nuestra consciencia, les devolvemos la posibilidad de funcionar a pleno.
El primer centro de energía que se despertó en la práctica de Fedora está en la lengua. La lengua apareció como un lugar muy poderoso, se desprendió de su raíz haciendo notar la influencia profunda con toda la zona cervical. Fedora llamó a la lengua el órgano de la palabra y es un verdadero articulador entre lo instintivo y lo racional. Moviliza capas muy profundas de la musculatura. Si pensamos es lo primero que el ser humano utiliza sin aprendizaje previo para su subsistencia y conocimiento, succionando y chupando. Después con el tiempo la vamos olvidando porque nos instruyen en las "buenas costumbres". Pero la lengua siempre recibe los impulsos nerviosos de nuestros pensamientos sean que se expresen o no.
Otros centros poderosos que tenemos son los centros de las manos y los pies, ubicados en el centro del cuerpo de la mano mirado por palma y lo mismo para los pies en el centro de las plantas.
Todos los centros los pensamos en la dirección que se expresan de adentro hacia afuera, como soles irradiando energía. Entonces al ser nuestras manos y pies mapas del cuerpo, teniendo en ellos representado todo el organismo, sus centros activan e irradian un flujo energético muy benéfico para todo el organismo, equilibrando sus funciones.
El centro de los pies permite una descarga a tierra liberadora. Nos enraíza ayudándonos a despegar. Al llevar la consciencia a las plantas de los pies, articulándolas parte por parte con el andar de los mismos hacia delante, vemos el complemento de ambos formando uno. Mientras uno despega el otro asienta. Los pies bien direccionados, con la descarga a tierra pareja, son verdaderos activadores de todo el organismo, organizadores de la estructura ósea y todo el andar completa un recorrido evolutivo de abajo hacia arriba, en el pasaje por toda la columna vertebral.
El centro de energía de las manos se correlaciona con el centro de energía del plexo solar, ubicado en la boca del estómago, también potente centro que irradia su energía a todo el organismo afectando a todos los órganos que lo rodean. Además de todo lo que implica una mano abierta, flexible, expandida: las acciones del dar y recibir, dar una mano, acariciar, masajear, la propia frotación que hacemos espontáneamente cuando tenemos un dolor, la imposición de manos, son todos intercambios desde una fuente de energía muy poderosa.
Sin olvidarnos del desarrollo en su hacer de la mano y su relación directa con la evolución del cerebro.
Un centro crucial en esto del despertar y ampliar la consciencia; sede del pensamiento consciente y lugar de recepción de los mensajes del inconsciente, es el que Fedora llamó Centro Magno, ubicado un poquito más arriba del entrecejo. Con este centro tenemos la posibilidad de enfocarnos en el presente y estar atentos a la totalidad. Desde este lugar direccionamos el pensamiento consciente en nuestros ejercicios y cuando se ha incorporado, en el hacer diario.
Hace un tiempo apareció en mi cuerpo la necesidad de indagar por la raíz de este centro que lo trabajábamos en expansión entre el hueso y la piel, como una ventana que se abría a otras dimensiones y lugar bastante proclive a cerrar más todavía cuando tenemos preocupaciones. Así me apareció esta raíz en el centro de la cabeza, como tirando una línea hacia adentro por el Centro Magno y de la misma forma desde la parte superior de la cabeza, llamado Centro de la Coronilla, como otra ventana; haciendo contacto en esta zona interna y base del cerebro, coincidente con la zona del tálamo, hipotálamo, glándula pituitaria, la pineal... surgió muy poderoso este Centro que es desde donde se activa e irradia a todo el cerebro y desde ahí a todo el organismo bañando el cerebelo y la médula. Hacia adelante saliendo por la cara, abriendo los sentidos y la ventana del Centro Magno en la frente. Nos recuerda en su dirección hacia arriba, saliendo por la ventana de la coronilla, a la fuerza de puje del bebé al nacer. Es como si se desplegara un ramillete de antenas que van hacia el exterior y hacia el interior.
Esto me fue corroborando algo que mi cuerpo me había contado sobre la superficie. Es que la tensión superficial es la más perturbadora, es la que refuerza la coraza y ahoga la fuerza medular. Estas tensiones son muchas y pequeñas, lo que permite que sean más resistentes y no fáciles de disipar sino se está consciente. Entonces cuando habíamos trabajado por tanto tiempo el abrir en la superficie del Centro Magno y del Centro de la Coronilla, pudo salir y expresarse el de las profundidades.
Su contraparte, el polo opuesto y complementario a este Centro del Interior de la Cabeza, es el Centro de Gravedad. Este centro ubicado en el espacio interior del bajo vientre es un lugar óptimo donde poder asentarnos, liberando todos los agarres internos. Nos liga a nuestro equilibrio físico y emocional. Ambos funcionan como les decía como polos organizando el espacio interior, físico, psíquico y emocional. A su vez el Centro de Gravedad logra una transmisión a la planta de los pies que cumple la función que ya detallamos de enraizamiento, descarga y nueva ligazón hacia la zona alta. Así viajamos todo el tiempo y al unísono a las profundidades y a las alturas. Este centro libera y devuelve su función original a la columna vertebral, evitando que nos encajemos en ella.
Todos los centros funcionan como organizadores y liberadores internos de la fuerza energética. Trabajan como un sistema en interrelación y potenciación.
En toda esta estructura, la Consciencia es el eje que atraviesa hilvanando a los anteriores.
La conciencia comúnmente la conocemos a través de la psicología y entonces hablamos de una conciencia psíquica. Pero esta es apenas un pedacito de lo que podemos denominar Consciencia. La Consciencia Madre, es previa a todo e incluye al todo. Es la misma, es la que también estamos aprendiendo que está en nuestro cuerpo, en cada célula. Si la encerramos delimitándola, a la larga la empobrecemos, la atrofiamos. La labor entonces es ir ampliándola, despertándola, escuchando su infinidad de respuestas y dimensiones.
El direccionar, accionar voluntariamente un pensamiento consciente a alguna parte de nuestro cuerpo, hace que se active, se potencie esa consciencia celular y que esa parte nos responda. Al ejercitarnos en incluir en nuestra consciencia el cuerpo que somos, el cual también goza de consciencia activable, empezamos a descubrir nuestros potenciales y a habitar nuestro espacio interior.
Con los elementos que tenemos hasta el momento quisiera describirles cómo se realiza un ejercicio: La persona sola si ya tiene entrenamiento o con la ayuda del maestro prepara su persona para el trabajo: enciende sus centros de energía, los activa con su consciencia y pone en acción la consigna que le da el maestro. Los movimientos no se copian, sino que cada uno hace su propio desarrollo. Se trabaja siempre pasando por las manos de a pares de dedos, permaneciendo y dedicando mucho rato a cada uno. Trabajando sobre alguna parte de la mano conjuntamente con alguna otra parte del cuerpo, nosotros tenemos que estar presentes-conscientes en esos espacios específicos, direccionando la acción con un pensamiento sostenido y al infinito. La mini secuencia se reitera, pero nunca desde el mismo lugar. El resto del cuerpo tiene que estar abierto como un canal y nuestra atención atenta a los pedidos del inconsciente, que es nuestra fuente de creación. O sea que nosotros no comandamos más que un par de acciones activantes de un flujo energético sostenido y con la intensidad del infinito que en definitiva son nuestras profundidades, despertando cada partícula del cuerpo. Son la inteligencia del propio cuerpo y la propia historia los que saben cuál es el recorrido que tiene que hacer la energía para restablecer vínculos y reparar.
Esto nos habla de presencia, el estar ahí. La consciencia como presente contínuo. El objetivo es estimular toda la capacidad que tiene, que es inconmensurable y es muy poco lo que conocemos.
En este accionar lo importante es la confianza. Es que si partimos de una profunda relación de confianza y respeto hacia nosotros, vamos a ir limpiando el vínculo que tenemos con nosotros mismos.
La fuente de donde nos tenemos que nutrir en este trabajo, así como el objeto de estudio es la propia persona.
La actitud necesaria para disponerse a trabajar, es desprenderse de la autocensura y la desvalorización de lo que se hace. Observando cada acción en cualquier momento del día es que vamos a poder descubrir qué hacemos y cómo lo hacemos. Desde cómo nos sentamos, caminamos, a cada acción que tenemos automatizada. De ahí luego evaluamos qué posiciones, apoyos o movimientos son integradores y facilitadores y cuáles cortan, obturan y se acomodan a una estructura desequilibrada. Recién ahí vamos limpiando el camino, deshacemos haciendo.
Existe una serie de principios dinámicos, sobre lo que puede estar asentado el criterio de salud, mirado desde esta perspectiva.
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Observar para descubrir
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Abrir para dejar pasar y que todo se conecte
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Flexibilizar para que nada se quiebre
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Dejar que los espacios internos vuelvan a hablar para que cada cosa ocupe su lugar, siempre en movimiento.
Esto es válido para todas las áreas que conforman nuestra unidad.
En materia de salud es mucho lo que podemos hacer confiando en la capacidad que tenemos en nuestro interior: de reequilibrio, regenerativa, autorreguladora, etc. Sólo que el hacer, es un hacer distinto al que a la mayoría nos han aleccionado. Este es un hacer consciente, donde uno aprende a hacerse cargo de sus estados, de sus procesos.
Muchos de nosotros sabemos, aunque en lo cotidiano sea difícil sintonizarlo, que las crisis, las enfermedades, son procesos. Lo que aparece "de repente" es el síntoma, psíquico, físico o a veces se manifiestan simultáneamente. Pero en realidad el desorden mental o físico es el último lugar donde el ser abandonado, no atendido, insatisfecho o maltratado, tiene para manifestarse. A veces esto llega tarde en alguien lo suficientemente estructurado, acorazado y alejado de sí, que sigue sin poderse escuchar, sin darse cuenta. Y otras veces puede ser motivo del despertar de una consciencia dormida donde se empieza a trabajar a favor del ligar un proceso. El dónde, desde cuándo, porqué. Si junto con esto trabajamos sobre la unidad de todas nuestras partes, el espíritu, el cuerpo y la mente, con todas sus gamas de la energía y la consciencia, en su expresión emocional, empezamos a trabajar en dirección a la unidad y por lo tanto en dirección a la salud.
En el ser humano el emocionar es como el espíritu de esa Consciencia-Energía que somos, es la forma expresiva que tiene, manifestada a través de nuestro cuerpo y de nuestro hacer.
Como la mente no está sólo en la cabeza, sino en todo el cuerpo, en él queda registrada toda nuestra historia de vida y las situaciones traumáticas son las que tenemos que limpiar, reconociéndolas, tomando consciencia, pasando por esos lugares, abriendo esas zonas, que se unan con nuestra totalidad. Establecemos un diálogo interno con estas partes y por lo tanto con el todo.
Creo que tenemos que salir de la victimización y cambiar la enquistada creencia de culpabilidad por una actitud de responsabilidad. Creo que el verdadero destino de la humanidad es la evolución y quedarnos atrapados en el dolor, la enfermedad, la desidia, el sufrimiento, el empobrecimiento es trabajar en contra de ese destino.
Poder tomar las riendas de nuestra propia vida y pasar a ser protagonista.
Cuando tenemos la posibilidad de instalarnos en una vivienda, en un espacio deseado, que lo vivimos como propio, uno llega, lo mira, lo recorre, lo va descubriendo poco a poco, cada ambiente, cada rincón, abre las ventanas, deja que entre el aire y la luz, lo limpia, lo ordena. Aunque nos dé trabajo lo hacemos con entusiasmo, con alegría, de a poco nos vamos apropiando de cada parte, hay una actitud expansiva, lo adornamos, le damos vida y vamos impregnándolo de nuestro espíritu. Esta es la actitud que les propongo en el proceso del habitar nuestro espacio interior.
Es importante poder ver que todo lo que mueve el mundo emocional, el mundo de los deseos más profundos que activan nuestra voluntad, todo lo intangible que somos, puede manifestarse gracias a lo tangible que somos. Nuestro cuerpo, nuestra materia es también energía, pero una energía que nos permite expresar y comunicar a la otra energía que nos mueve y que movemos. Nacemos, vivimos, morimos en un mundo que es en el lenguaje de las formas, el lenguaje de lo visible. Por esto en nuestra existencia es importante que podamos pasar por el cuerpo que somos. Que la energía invisible, atraviese y bañe cada partícula de la energía visible.
Mirando con un poco de atención, vemos que la gente que no es en sí misma, en su totalidad, que no se puede apropiar de sus cosas, de lo que es, llega a profundos desequilibrios propios y de sus vínculos. El temor a quedar desvalidos lleva a la persona a quedar prendidos de algo externo, de alguna energía que presumen mejor. En esto hay que contemplar a la impaciencia, que como decía Fedora "...es una oculta manera de no poder soportar nuestros miedos más profundos." No poder sentir las propias vibraciones, la propia fuerza, la propia debilidad.
Cuando uno no puede ser en uno, necesita ser en otro. Y no podemos dejar de ver en esto una forma de adicción.
Esto se encadena con un tema que es el respeto. El respeto a la propia persona, a uno mismo. Si yo practico y experimento un profundo respeto, valoración, amor y cuidado hacia mi persona, voy a aprender en esta actitud a ser mi propio referente, mi propio modelo y de igual forma voy a poder tratar a los demás. Esto nos lleva a desarrollar un tipo de consciencia que respeta la diversidad. Nos ligamos a un todo y sabemos que somos partes fundantes de un todo que hoy es como es y es en permanente movimiento. Podríamos soltarnos en la confiabilidad de saber que nuestra existencia no es en vano. Todo esto que digo les pido que no dejen de pasarlo por el cuerpo y vean los distintos tipos de agarres internos que padecemos por estas emociones atrapadas.
Cuando desde este trabajo estamos conscientes es que podemos hacer contacto voluntario con un determinado lugar, estar ahí presentes a donde dirigimos nuestra atención.
Cuando nos desligamos del todo, cuando nos deshabitamos, cuando vivimos fuera del presente y estamos con nuestra impaciencia en el futuro o en el pasado, nuestra cabeza atrapada en determinada problemática, se "desliga" de su parte cuerpo, pero el cuerpo, parte de la mente, no se desliga de la problemática. Por el contrario, se hace cargo de la parte emocional no resuelta y racionalizada y por no estar funcionando integralmente, deposita como puede y donde puede, de acuerdo a la emoción de que se trate, esa conflictiva que en lugar de que circule, se exprese y se resuelva, queda como sobrecarga y enquistamiento, produciendo el desequilibrio de esa zona en particular y por ende de la totalidad.
Las consecuencias de este desequilibrio, de esta falta de consciencia que nos totaliza, con una combinación de variables ya sea la situación, la persona, el momento, puede ir desde un dolor de garganta a cualquier otra manifestación de la crisis, caídas, roturas, enfermedades terminales, infecciosas, etc.
El trabajo preventivo en esta o cualquier otra área, es por supuesto lo deseable, pero cuando en esta disciplina experimentamos una curación o el poder mejorar la calidad de vida, es realmente maravilloso y estimulador.
A su vez el estímulo es fundamental para activar el potencial y tender el puente para que circule todo lo activado. Esto lo podemos comparar con la educación de un niño.
Es común en nuestra sociedad confundir instrucción con educación. La instrucción nos adiestra, sumando información para la eficacia en el desarrollo de determinadas tareas. La verdadera acción de un educador es ser el facilitador, el que ayuda a abrir las puertas, para que cada uno en su momento y forma, se encuentre, desarrolle y manifieste todo el conocimiento y el potencial que tiene en su interior, pero es tan poco lo que sabemos y lo que confiamos que es ahí donde la mirada se pone afuera y nos descentramos, nos perdemos.
El trabajo del Sistema nos devuelve una escucha sutil con uno y con los demás. Este es un importante camino en el desarrollo humano, encontrar las sutilezas que nos particularizan. Si sintonizamos con esto, en las tareas que nos tocan en vínculos afectivos, terapéuticos, educativos, laborales, vamos a poder ser mejores facilitadores. Reflexionar sobre estos temas achica la probabilidad de funcionar como obturadores y auto-obturadores.
Todo lo que yo les haya podido transmitir, con una visión que pretende ser totalizadora, se refiere a un área en la que el ser humano es partícipe, está involucrado: en su hacer cotidiano, su vida, su salud, su expresividad, su comunicación, su escencialidad, su emocionar. Por lo tanto acá hemos mencionado una serie de elementos que les son propios, con los que seguramente han trabajado, han reflexionado. Quizás aparecieron aspectos de los que nunca se hayan ocupado. Lo que creo que es importante para cada uno, es no perder de vista y reconocer lo que sí tenemos, nuestros tesoros. Aquellas cosas que descubrimos por nuestros propios medios, porque esto tiene que ver con el saber cómo poner en marcha por nosotros mismos, nuestros conocimientos. Cuando alguien viene, como yo hoy acá y cuenta algo especializado, es porque hizo el proceso de poder dedicar su atención, su reflexión y su práctica a algo específico. Esto puede ser enriquecedor, facilitador, pero nosotros somos nuestro referente. Lo único que verdaderamente tenemos desde el primer día al último, es a nosotros mismos. Es ahí donde la propuesta es conocernos y aliarnos con la vida que somos.
NOEMÍ ELISA PEDRINI
Contenidos expuestos en la Conferencia realizada en el “Centro para el Desarrollo de las Terapias por el Arte, Perú ‘98, por Noemí Elisa Pedrini, Psicóloga Social, Profesora del Sistema Consciente para la Técnica del Movimiento.